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miércoles, 31 de diciembre de 2014

FELIZ AÑO NUEVO


PANCHO Y LOS AGUINALDOS






Escrito por: Edgardo Reyes
Pancho se levantó como todos los días a las 4:00 a.m., de lo contrarío el tiempo no le alcanza para llegar temprano al trabajo. Luego de un buen baño, toma su taza de café, de baja calidad, amargo y de mal sabor, pero le reanima para empezar la faena.

La mañana trascurre como siempre, a las 5:30 de la mañana aborda el bus, que ya viene abarrotado de gente con ojos chinos de sueño, y aunque afuera hace frío en el interior hay un vapor que da calor.

Trabaja como ordenanza en un oficina jurídica; Y esta mañana le espera una gran aventura. Su jefe lo envía al banco para hacer efectivo un cheque por una buena cantidad de dólares.

-Pancho hoy no es día de pago, por lo tanto no tendrás problema con los rateros, pero tené cuidado que es el pisto de los aguinaldos.

- No se preocupe mi jefazo,  -llevándose la mano a la cintura-  me acompaña la tamagasa esmitihüezo  (su viejo revólver Smith & Wesson de cachas quebradas hechas de cacho de buey, cañón sin pavón y corroído por la humedad ) y el come carne (su puñal al mejor estilo de Rambo).

 

- Bueno, de la infección se muere cualquiera.

Pancho se persigna y parte muy confiado, pero con cautela, recelando de cualquier extraño que se cruza en su camino, cuando alguien lo mira, instintivamente se llevaba la mano a la cintura debajo de la chumpa, para enviarle el mensaje de....  -qué me miras, ando armado y no me da miedo usarla-. 

Media hora después llega al banco, de mala gana deposito la tamagasa y el come carne con el guardia de seguridad que custodia la entrada, de lo contrario no lo dejaría pasar, pero esta volándole ojo, no vaya a ser que se los cambie, o que el guardia se enamore de su arsenal y no lo quiera devolver.

20 minutos en la fila y por fin  llega al cajero.
- Buenos días señor en que podemos ayudarle.
- Sin respuesta y mirando con recelo a la cajera extiende el cheque.
.- Me permite un documento de identidad por favor.
- Para qué, si el cheque es de mi jefe.
- Desde luego señor, pero necesito una identificación para hacerlo efectivo.
Con un poco de vergüenza entrega su DUI, no le gusta mostrarlo, menos a las mujeres, ya que en la foto sale con los ojos viscos y cara de  retrasado mental.
- Muy bien don Pancho, me firma aquí.
Hace un garabato, escribe dos letras y luego las mancha . como si fuera un cipote que hace un borrón en su cuaderno.
La cajera lo mira con cierta gracia, -¿de a cómo los quiere?-.
- De lo que seya, pisto es pisto.

Recoge su dinero, lo cuenta, lo guarda en su mochila, se asegura de cerrar bien todos los zíperes, pasa a recoger su armamento y ojo al Cristo se marcha hacia la parada de buses.

Sube al bus y dirige una mirada de halcón a todos los ocupantes, satisfecho ya que no distingue ninguna cara de malo, se dirige a tomar asiento cerca de la puerta de salida, por si acaso. A medida avanza el recorrido, el bus se llena de pasajeros, un hombre se sienta a la par. Pancho se pone nervioso, y se pregunta -¿y si este me siguió del banco? hay que estar listo con la escupe fuego por si acaso-.

Beto peluca, con quién comparte asiento, le pela la jeta de dientes torcidos con una sonrisa de tonto detrás de unos lentes gruesos, esto pone a  Pancho mas alerta. Beto pretende ser amigable;  -que peligrosa esta la vida en San Salvador, verda amigo-.

-Si, mucho, pero es que a los tamales, no hay que tenerles miedo, sin contemplación hay que dejarles ir los plomazos. (sonrió para sí mismo, pensando, ya apantalle a este hijo de mala vecina, por si acaso). Un grito lo puso en alerta total.

-Señoras y señores, vengo a pedirles una ayuda, acabo de salir de la cárcel de Mariona, no tengo trabajo, ni lo busco porque nadie me contratará por mis antecedentes, me han condenado a 30 años por asesinato, por buena conducta he salido en solo 5, pero tengo hambre y no tengo pisto para comer, así que todos deben colaborar con lo que lleven, vayan sacándose el pistillo, los relojes, celulares, anillos, cadenas y cualquier cosa de valor que tengan, con mi compañero, pasaremos por su asiento. Colaboren y nada malo les pasará, piensen en sus seres queridos que los esperan en casa, no vayan a dejar sola a la esposa o sus hijos por amor a unos dolaritos, y un viejo celular, colaboren y muchas gracias.

Pancho, comenzó a sudar como buey arando a las 12 en punto, y tuvo una visión de la cara brava de su jefe gritándole... -Pancho, te voy a meter preso, a mi no me das paja, esos billetes vos te los has hueviado-.  Beto peluca se percató de  la aflicción en la cara retorcida de su compañero de asiento, y trata de apaciguarlo.

-No se ahueve primo, les damos unas cuantas coras y tranquilos. de todos modos no llevamos más. 

Pancho piensa en escapar, y al volver la vista atrás, unos ojos de tamagaz custodiando la salida en una cara tatuada le devuelven la mirada. No había salida, desenfundo la tacuazina, monto el gatillo, y la puso bajo la mochila. tiene pensamientos confusos, pero algo era seguro, primero muerto antes de que me roben estos hijos de puta.

A Beto peluca se le desorbitaron los ojos.

-Que puercas piensa hacer chero, nos van a matar a todos por su culpa.
-Si querés te doy el puñal por si no le doy a los dos, se lo zampas en la panza.
-No joda, yo no me quiero morir  por un celular de 10 pesos, entréguele lo que quieren, el dinero se hace chero, pero  la vida no se repone.

Los malacates llegan al asiento de  Beto y Pancho, con mirada homicida, cuchillo en mano les hacen señales para  que entreguen sus pertenencias, cada uno entrega un par de dólares; Los mañosos intercambian mirada, están a punto de seguir, pero los nervios traicionan a Pancho y abraza la mochila, fue una mala pasada del destino; los ladrones intuyen el botín.  

-Entrégame la mochila.
Pancho, se pone muy nervioso, le tiembla todo el cuerpo.
-No puede entregarla  -y la abraza con fuerza, como queriendo forzarla a entrar en su pecho.
-Que me la des  te digo.
- Pero no llevo nada mas que ropa sucia.
-Déjame ver, ¡dámela o te convierto en calavera!.  

Esto elevó la adrenalina de Pancho, se le aceleró el corazón, un escalofrío le corrió de pies a cabeza y luego de la cabeza a los pies, le temblaban las manos,  nunca le había temido a la muerte, ni cuando estuvo de alta y tampoco le temía  ahora, la rabia  le nublo la razón y al verse arrinconado, no tuvo otra opción mas que sacar su revólver, y a quema ropa, dejar ir tres disparos contra aquel facineroso, su compañero retrocedió lleno de pánico y también recibió la misma dosis, el tercero al ver a sus compinches caídos, corrió como alma que lleva el diablo. Pancho, seguía con las manos temblorosas y apretando su pistola, en un gesto de arrepentimiento se las llevó a la cabeza.

-Que hice. Dios mío, que he hecho.

Dejó caer la pistola, y mochila en mano salió apresurado del autobus. Beto peluca, en transe observó la escena, como si estuviera en el cine viendo una película, al caer la pistola al piso y con los gritos de la gente se despabilo, vio a pancho correr y dejar el arma tirada, sin pensarlo y como buen samaritano  la recogió y persiguiendo a Pancho le gritaba.

- Señor, Señor, se le cayó la pistola. Primo la pistola, se le cayó la pistola.
Pancho corría despavorido y Beto peluca lo perseguía pistola en mano, gritando, -su pistola maytro, se le cayó la pistola.

Un carro patrulla recorría el lugar, al ver a Beto peluca arma en mano persiguiendo a pancho, corrieron tras él, lo derribaron, esposaron y lo dejaron en la acera como garrobo en venta.

Al interrogar a las personas que se aglomeraron, estas les contestaron,- hay dos muertos en aquel bus, y este maytro  salió pistola en mano persiguiendo a otro, que logro escapar.

Pancho, llegó jadeando y con el corazón en la mano a la oficina, tomo agua como camello que lleva 3 meses en el desierto, su jefe al verlo sudado y asustado le pregunto. -¿qué te sucede, todo bien?.
 - Le voy a contar, pero no me va a creer...

Edgardo Reyes. 

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