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sábado, 28 de enero de 2012

LA PETACA




Era pálida como la hoja-mariposa; bonita y triste como la virgen de palo que hace con las manos el bendito; sus ojos eran como dos grandes lágrimas congeladas; su boca, como no se había hecho para el beso, no tenía labios, era una boca para llorar; sobre los hombros cargaba una joroba que terminaba en punta. La llamaban la peche María.

En el rancho eran cuatro: Tules, el tata; la Chón su mama, y el robusto hermano Lencho. Siempre María estaba un grado abajo de los suyos. Cuando todos estaban serios, ella estaba llorando; cuando todos sonreían, ella estaba seria; cuando todos reían, ella sonreía; no rió nunca. Servía para buscar huevos, para lavar trastes, para hacer rír...

—¡Quitá diay, si no querés que te raje la petaca!
—¡Peche, vos quizás sos lhija el cerro!
Tules decía:
—¡Esta indizuela no es feya; en veces mentran ganas de volarle la petaca, diún corvazo!

Ella lo miraba y pasaba de uno a otro rincón, doblada de lado la cabecita, meciendo su cuerpecito endeble, como si se arrastrara. Se arrimaba al baúl, y con un dedito se estaba allí sobando manchitas, o sentada en la cuca, se estaba ispiando por un hoyo de la paré a los que pasaban por el camino.

Tenían en el rancho un espejito nublado del tamaño de un colón y ella no se pudo ver nunca la joroba, pero sentía que algo le pesaba en las espaldas, un cuenterete que le hacía poner cabeza de tortuga y que le encaramaba los brazos: la petaca.

                                      ***

Tules la llevó un día onde el sobador.

—Léi traído para ver si usté le quita la puya. Pueda ser que una sobada...
—Hay que hacer perimentos  defíciles, vos, pero si me la dejás unos ocho días, te la sano todo lo posible.

Tules le dijo que se quedara.
Ella se jaló de las mangas del tata; no se quería quedar en la casa del sobador y es que era la primera
vez que salía lejos, y que estaba con un extraño.

—¡Papa, paíto, ayéveme, no me deje!
—Ai tate, te digo; vuá venir por vos el lunes.

El sobador la amarró con sus manos huesudas.

—¡Andáte ligero, te la vuá tener!

El tata se fue a la carrera.
El sobador se estuvo acorralándola por los rincones, para que no se saliera.
Llegaba la noche y cantaban gallos desconocidos. Moqueó toda la noche. El sobador vido quera chula.—Yo se la sobo; ¡ajú! —pensaba, y se reiba en silencio

Serían las doce, cuando el sobador se le arrimó y le dijo que se desnudara, que liba a dar la primera sobada. Ella no quiso y lloró más duro. Entonces el indio la trincó a la juerza, tapándole la boca con la mano y la dobló sobre la cama.
—¡Papa, papita!...

Contestaban las ruedas de las carretas noctámbulas, en los baches del lejano camino.


                                 ***
El lunes llegó Tules. La María se le presentó, gimiendo... El sobador no estaba.

—¿Tizo la peración, vos?
—Sí, papa...
—¿Te dolió, vos?
—Sí, papa...
—Pero yo no veo que se te rebaje...
—Dice que se me vir bajando poco a poco...

Cuando el sobador llegó, Tules le preguntó cómo iba la cosa.

—Pues, va bien —le dijo—, sólo quiay que esperarse unos meses. Tiene quírsele bajando poco a poco.

El sobador, viendo que Tules se la llevaba, le dijo que por qué no la dejaba otro tiempito, para más seguridá; pero Tules no quiso, porque la peche le hacía falta en el rancho.

Mientras el papa esperaba en la tranquera del camino, el sobador le dio la última sobada a la niña.

Seis meses después, una cosa rara se fue manifestando en la peche María.
La
 joroba se le estaba bajando a la barriga. Le fue creciendo día a día de un modo escandaloso, pero parecía como si la de la espalda no bajara gran cosa.

—¡Hombre! —dijo un día Tules—, esta babosa embarazada.
—¡Gran poder de Dios! —dijo la nana.
—¿Cómo jue la peración que tizo el sobador, vos?

Ella explicó gráficamente.

—¡Aijuesesentamil! —rugió Tules— ¡Mianimo ir a volarle la cabeza!

Pero pasaba el tiempo de ley, y la peche no se desocupaba.
La partera, que había llegado para el caso, uservó que la niña se ponía más amarilla, tan amariya, que se taba poniendo verde. Entonces diagnosticó de nuevo.

—Esta lo que tiene es fiebre pútrida, manchada con aigre de corredor.
—¿Eee?...
—Mesmamente; hay que darle una güeña fregada, con tusas empapadas en aceiteloroco, y untadas con kakevaca.

Así lo hicieron. Todo un día pasó apagándose; gemía. Tenían que estarla voltiando de un lado aotro. No podía estar boca arriba, por la petaca; ni boca abajo, por la barriga.
En la noche se murió.
Amaneció tendida de lado, en la cama que habían jalado al centro del rancho. Estaba entre cuatro candelas. Las comadres decían:

Pobre; tan güena quera; ¡ni se sentía la indizuela, de mansita!
—¡Una santa! Si hasta, mirá, es meramente una cruz!

Más que cruz, bacía una equis, con la línea de su cuerpo y la de las petacas.
Le pusieron una coronita de siemprevivas. Estaba como en un sueño profundo; y es que ella siempre estuvo un grado abajo de los suyos: cuando todos estaban riendo, ella sonreía; cuando todos sonreían, ella estaba seria; cuando todos estaban serios, ella lloraba; y ahora, que ellos estaban llorando, ella no tuvo más remedio que estar muerta.

CUENTOS DE BARRO ---SALARRUÉ---





domingo, 15 de enero de 2012

EL JINETE SIN CABEZA



EL NINETE SIN CABEZA CUENTOS LEYENDAS MITOS EL SALVADOR


Escrito por Edgardo Reyes
Cuenta una antigua leyenda, que en una hacienda de la campiña salvadoreña; dos hombres se disputaban el amor de una bella y distinguida dama.
Los dos estaban tan enamorados de la joven y dispuestos a conquistar su corazón, que se retaban con frecuencia a batirse en un duelo a muerte.
Así pasaron varios meses, y la bella dama conoció a un joven de una hacienda vecina, un extraordinario jinete que recorría el lugar, en su brilloso corcel negro azabache, fue amor a primera vista y desde ese día los dos enamorados se citaban en un rancho abandonado en la mitad del camino entre las dos haciendas; y allí según cuentan las malas lenguas fue donde ocurrió uno de los mas terroríficos hechos, del que todavía hoy no tiene explicación lógica, teológica ni científica.

En una noche de luna llena el joven jinete tomo a su amada y cabalgaron al lugar de sus románticos encuentros. Con la luz de la luna, a pocos pasos, unos ojos observaban a los amantes; y para ganarse el favor del patrón fueron con el chisme.



A su regreso, el padre de la joven estaba esperándola furioso y luego de una tremenda discusión, le prohibió terminantemente volver a ver a ese misterioso jinete, que no era de su condición. La joven ya casadera se vio obligada por su padre a elegir entre uno de los dos pretendientes, los caballeros que por su amor daban hasta la vida; pero ella se negó, pertenecía en cuerpo y alma al jinete y su corazón jamás podría amar a ningún otro hombre.

El padre, se reunió con los dos hombres, que heridos en su orgullo juraron una terrible venganza, y entre los tres planearon como quitar de enmedio a este misterioso jinete.

                                               ***

Era una de esas oscuras noches, el rocío parecía llorar el destino de los amantes. El jinete desmonto en busca de su amada. La joven se encontraba dormida y el hombre caminaba despacio, pensativo, como presintiendo un cruel destino; escucho un ruido y se detuvo, en esos momentos unos enmascarados cayeron sobre él. Los dos enmascarados, antes enemigos, ahora aliados por el amor de una mujer, luchaban juntos para asesinar al hombre que les había robado el corazón de su amada. El joven jinete saco de su vaina el machete, se enrosco la pollera, y se dispuso a dar pelea, no solo por su vida, sino por el corazón de su amada. Sin mediar palabra se enfrascaron en una tremenda pelea, los machetes empezaron a chillar, a sacar chispas que parecían relámpagos en esa negra noche, a los lejos cantaba la aurora.   

En medio de la batalla la joven se despertó, solo para observar el terrible espectáculo del cual quedo totalmente paralizada.
Su amado luchando como un león herido, daba pelea a una pacotilla de hombres encapuchados, de pronto una sombra se acerco por atrás del jinete y la hoja empavonada de un machete lanzo su brillo en la oscuridad, cortando de un solo tajo la cabeza de aquel noble jinete; ante los gritos de terror de la joven mujer, y viendo como el cuerpo de su oponente yacía convulsionando en un charco de sangre, Los hombres huyeron tan rápido como les fue posible; se refugiaron en casa del padre para darle la noticia.

Nadie en los pueblos vecinos podía asegurar la identidad de los cobardes asesinos, la joven mujer antes llena de vida se consumía en su lamento día a día en la soledad de su habitación. Los dos hombres dejaron de lado su alianza y nuevamente continuaron su pequeña guerra por conquistarla.

Pero una noche en el silencio de la oscuridad, los perros empezaron a llorar, las vacas nerviosas resoplaban sin descanso, los ojos de los vecinos vieron un hermoso caballo negro escoltado por un enorme perro, con ojos de fuego como dos brazas del infierno, --mas parecía el cadejo;-- el corcel sacaba fuego en las piedras en cada paso que daba en su galopar cerca de aquel rancho. Para su sorpresa al mirar al  gigante jinete que lo montaba este no tenia cabeza; y la sangre brotaba por su cuello y corría por su cuerpo.



Horas después los cuerpos decapitados de los dos pretendientes se encontraron muy cerca de la casa de la joven. Dentro de la casa encontraron el cuerpo sin vida del padre, sin ningún signo de violencia pero con una expresión en su rostro y una mirada que denotaba haber visto al mismísimo diablo.
Todavía se preguntan ¿quien lo mato?, ¿que fue de la bella joven?, ¿quien era el misterioso jinete?...preguntas que aun no tienen respuesta.

Aquella noche, el jinete sin cabeza volvió para vengarse de sus asesinos, estos le quitaron la vida por aquella hermosa joven, hoy el infierno se encarga de ellos, y el amor de su amada... ni la misma muerte se lo pudo arrebatar.


de Edgardo Reyes

  DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS Si desea compartirlo en su blog o página puede hacerlo siempre que de el crédito al escritor y al blog cuentosleyendasmitos.blogspot.com

sábado, 14 de enero de 2012

LAS BRUJAS DE IZALCO



LAS BRUJAS DE IZALCO


Escrito por Edgardo Reyes
Esta historia sucedió en Izalco, el lugar ancestral de los brujos, un pueblo místico, aquí cada aquelarre en un rito se abre una puerta al mas allá, pero solo tiene un camino el del mismísimo infierno.
                                   
                                                  ***

Paula, y su familia llegaron al pueblo con la intensión de enflorar a su abuelo, deberían hacerlo un par de días antes, (el 31 de octubre) ya que el 2 de noviembre, día de los difuntos, tenían que regresar a Los Ángeles, California, lugar donde residen desde hace mas de 2 décadas. Llegaron al cementerio, luego de limpiar y pintar la lápida del abuelo, la adornaron con flores y rezaron un par de oraciones, Paula como cualquier adolescente jugo y corrió junto con su mascota, (un perro lobo pastor), este se le perdió por unos momentos, al regresar traía algo en el hocico.

-¿Quieres jugar?, dame acá - le dijo al perro

Pero su sorpresa fue grande cuando se percato que se trataba de un fémur, al verlo pego un grito y lo lanzo lo mas lejos posible, su perro fue tras el hueso. Paula corrió donde sus padres que entre risas le advirtieron que no jugara con los muertos, si despertaba a alguno, la perseguiría por todo el pueblo. Y es que en ese cementerio hay aun hoy en día poderosos brujos y brujas enterrados que no desean ser molestados en su sueño eterno, si alguien lo hace una tremenda maldición la perseguirá. El perro moviendo la cola regreso con el hueso en el hocico; la madre de Paula se persigno y agarrando al perro, lazo el hueso lo más lejos posible.

La familia se hospedo donde unos parientes en el pueblo; olvidaron todo el asunto, y se disponían a charlar luego de la cena, cuando el perro que estaba echado, para las orejas, clava la mirada, se levanta lentamente, y se le comienza a erizar el pelo de su lomo, le ladra a alguien o algo y ataca pero retrocede amedrentado. Paula asustada trata de calmarlo y dirigir su mirada hacia donde el perro ladra, con asombro ve una figura humanoide, una anciana de unos 1000 años levitaba con aire amenazador hacia ella, Paula da un grito de terror y loca de espanto con gran desesperación le grita a su padre.

-¡Pa!… ¡la bruja del cementerio esta aquí! --

Su padre un hombre alto y robusto, camina hacia donde su hija señala con cara de pánico, para su sorpresa es derribado por un tremendo golpe en el pecho, su esposa llega a toda prisa en su auxilio pero también cae al ser golpeada, el perro se abalanza sobre el espanto pero no se atreve a atacar, solo le muestra su filosos colmillos, la madre dominada por el terror le grita que huya, Paula corre despavorida, llega a la habitación cierra la puerta con llave, su corazón late a toda prisa, tiene la mente confusa, empieza a rezar, pero es perturbada por un fuerte golpe en la puerta, luego otro y otro mas, por fin la puerta sede, Paula es tomada de sus cabello y arrastrada por toda la casa, una vez fuera, la bruja y Paula montan en un burro negro y marchan rumbo al río Ceniza.

Una densa niebla cubría todo alrededor, Paula es llevada a todo trote, su rostro es arañado y golpeado por chiriviscos, un tremendo sudor frío se apodera de su cuerpo, tiembla como si fuera a morir por hipotermia, al paso de la bruja se escuchan los perros ladrar lastimeramente, las aves escapaban de sus nidos en el silencio de la noche sin saber a donde ir, de repente un resplandor en lo profundo del bosque, una hoguera cuyas llamas parecían llegar desde el propio infierno, se escucharon cantos satánicos, en lenguas extrañas, no eran voces humanas “Lalamatec, Lalamatec”, tus esclavas te invocan, logro escuchar Paula, Xhalitemac, que era la bruja mayor, quien había secuestrado a Paula, dio un aullido con furia, no se distingue si lloraba, reía o era un lamento, las demás brujas que danzaban se acercaron con cara de felicidad al ver el botín que esta llevaba,  Xhalitemac la tomo con sus afiladas uñas por el rostro acercando su cara arrugada, con tremendos ojos saltones fuera de órbita  la nariz puntiaguda y larguirucha, una boca desdentada con solamente dos colmillo que simulaban un vampiro, se le acerco y dirigiéndose a las demás les dijo, ---¡viene el sacrificio!,--- Paula sintió el aliento putrefacto de aquel espanto, en el acto vomito, no pudo con esa infernal pestilencia. Xhalitemac ordeno que el rito comenzara ya que a las 12 de la noche, hora en que se habría la puerta del infierno, el sacrificio debía ser realizado.

Había un altar y al pie una fogata, 12 piedras alrededor del fuego, las 13 mujeres poseídas empezaron a cantar, bailar frenéticamente, y decir palabras incomprensibles… --“sacamatly, xicha, malixy”,-- fueron de las que pudo distinguir; la media noche se acercaba y un espectáculo horroroso empezó, el burro y 12 gatos completamente negros que acompañaban a las brujas fueron decapitados, su cabeza empalada, y puesta a las llamas, la sangre que corría era tomada por los engendros con deleite, de repente... un tremendo trueno impuso silencio, las nubes desaparecieron y la luna se dejo ver. La hora de las brujas había llegado… las 12 de la noche del 31 de octubre, todas la mujeres se tomaron de las manos hicieron un circulo y empezaron a invocar al dios del mal, este les contesto elevando las llamas hasta tocar la luna, las 12 Brujas se dirigieron a tomar asiento en sus piedras alrededor de la fogata, Xhalitemac camino hacia Paula, su hora había llegado, la joven seria sacrificada y su alma serviría para liberar al mismísimo mal; estando hipnotizada, en trance no se resistía a nada, su destino parecía escrito... pero había un elemento sorpresa, el fiel perro, esta vez convertido en su ángel guardián, la había rastreado hasta el lugar del rito y cuando la bruja mayor se dirigía con su victima en brazos, el perro se le abalanzo, clavo sus afilados colmillos en el cuello de aquella concubina del diablo, la bruja sorprendida soltó a Paula, y al caer salió del trance  al ver que estaba libre corrió, no miro hacia atrás solo corrió y corrió, la noche estaba negra, debía correr a ciegas y se precipito en un barranco, se dio un golpe en la cabeza y se desmayo.
                                    

                                               ***

Al día siguiente despertó en el hospital, al pie de su cama se encontraban sus padres, al preguntar que paso, le comentaron que al estar en el cementerio cayo accidentalmente en una tumba abierta, del golpe se desmayo su perro ladro tanto que ellos corrieron a ver que pasaba y así la descubrieron, luego fue trasladada al hospital.

Ahora 15 años después Paula no sabe si fue una pesadilla o en realidad lo vivió; pero al transcurrir un año en esta fecha, una mujer gritando dulce o truco se le acerco y le advirtió; que no debe dormir ninguna noche del 31 de octubre, si lo hace será llevada nuevamente a orillas del río Ceniza y esta vez la suerte no le sonreirá, le profetizó que para que la maldición termine; su relato deberá ser leído un 31 de octubre y si alguien pronuncia las palabras “lalamatec, lalamatec, sacamatly, xicha, malixy” será el nuevo portador de la maldición y para no ser llevado al río Ceniza, debe permanecer despierto todas las noches del 31 de octubre

Un cuento de Edgardo Reyes.

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