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lunes, 16 de enero de 2012

EL CIPITIO




Escrito por Edgardo Reyes
La Chenta es una agraciada cipota, muy dormilona; Juana su mama la sacude al amanecer. 

---levántate chenta ---es  lora dir al molino!--- la chenta patalea frenéticamente….

---Déjeme solo un ratito mas mama….

---Vaya pues, pero solo un ratito.---

La Chenta es la hija mayor de la Juana y Pencho, una cipota chulisima de 15 años, de vivarachos ojos grandes y pizpiretos, pelo largo hasta la cintura, que ya entraba en la época de la coquetería, su forma de caminar la delata, le gusta que los cipotes la vean y le digan piropos al pasar.

Por fin se levanto, se baño, emperejiló su linda carita, el rebelde pelo fue acordonado en dos trenzas, y con el guacal de maíz tomó rumbo al pueblo, que no estaba muy lejos, a unos 2 kilómetros mas o menos, inicio su camino y acompañada por un coro de pajaritos silva una melodía, es la bicha mas feliz del mundo, corriendo por este paraíso terrenal, entre bellas flores silvestres, llena sus pulmones de aire puro, y deja que la brisa mañanera acaricie su rostro de cachetes rosados, el sol también disfruta con su presencia y sonríe remachado en el cielo teñido de añil.

La Chenta deja la vereda de las flores y sigue por la trocha de los majonchos, nombre debido a que pasa en medio de la plantacion de guineo donde abundan los de esta clase. Pero hoy la caminata no será la de rutina, su corazón da una voltereta al sentirse vigilada, alguien la sigue, puede escuchar sus pasos con el crujir de las hojas secas, detiene la marcha, se agacha da un ligero vistazo, examina todo el perímetro con los ojos bien abiertos, no hay nadie, se incorpora lentamente levanta los hombre en forma interrogante y sigue su camino cantando, pequeñas flores caen alfombrando la senda a su paso y la Chenta ajena a ellas simplemente las pisotea;  pero aquellos pasos no dejan de perseguir a los suyos, acelera su marcha y los ruidos también, nuevamente se detiene, para la oreja para escuchar, pero todo se paraliza, con voz entrecortada pregunta:

---¡oyoooo!…. ¿quien anday?, ¿quien vive?----

Reza para que no le respondan, todo es silencio, sigue su camino ahora con mucha prisa, y los pasos la persiguen, de pronto una piedrita le pasa zumbando por las patas, la Chenta no voltea la cara, empieza a correr y los pasos igual, nuevamente las piedritas le pasan chiflando por la cabeza, hacen blanco en su espalda, esto no produce temor en la tencha, al contrario ya encáchimbada se detiene, es una cipota valiente, muy pencona, nunca se achicopala, recoge varias piedras y empieza a lanzarlas en toda dirección.

 ---- a ver si te gusta, cuando te apedreyan;  indio carechucho. Si te agarro te doy un filazo con el corvo....

Una picaresca risita se escucha detrás de las matas de guineo, a la Chenta le entra un poco de temor y a la vez curiosidad , se acerca lentamente con dos tetuntes en sus manos listos para ser lanzados al menor avistamiento, al darle la vuelta a la mata solo ve unas pequeñas huellas, son de un niño; por el tamaño deduce que este no pasa de los 10 años, lleva su mirada hacia donde las huellas se dirigen, una fuerza oculta la impulsa a seguirlas, empieza a caminar, y recibe  los impactos de pequeñas piedras en su cuerpo, cada brinco que pega, se escucha una risita, que ya es muy molesta, la Chenta solo espera poder ver al cipote para darle su pedrada, la cual tiene bien ganada por bayunco, las huellas parecen no terminar, de repente se topa con un montón de cáscaras de guineo, quien sea ha devorado por lo menos 3 racimos, los pasos caminan rodeándola, suenan las risitas y esta vez le llueven cáscaras de guineo en todo su cuerpo, la alarma suena en la cabeza de la Chenta y se da cuenta que se trataba de un espíritu, cierra los ojos y lanza las piedras que lleva en las manos a diestra y siniestra, se dispone a pegar la guinda, pero al querer huir, se queda paralizada,

-¿onde estoy? -se preguntó-,

Conoce muy bien estos terrenos pero esta vez, se encuentra completamente desorientada, sin saber exactamente que hacer, trata de seguir la huella de regreso, sin embargo no llevan a ninguna parte, piensa, la poza del sapo queda detrás de la quebrada, pero al llegar parece el mismo lugar de donde viene, clava la miraba arriba queriendo orientarse por algún árbol que le sirva de guía; los pasos y las risitas siguen, la Chenta muy asustada, sudando a mares y con los cachetes mas rojos que nunca, corre, sin saber hacia donde, solo desea estar en movimiento, la vereda es la misma, por mas que corre, es como ratón en rueda, las risas persiguen su carrera, llena de pánico, impotente; la Chenta se sienta a llorar,  llama a su mama; cuando para de chillar se quita las manos de la cara y abre los ojos, con alivio mira la vereda frente a ella, estaba simplemente en la mata donde todo empezó, se levanta lentamente, se limpia los ojos y los mocos con el delantal, toma su guacal, siente la cabeza atarantada, pero liberada se dirige al molino a toda prisa.

Al regresar al rancho la Juana la interroga,

--- ¿criatura que te pasó? que te entretuviste tanto, tu tata se jué sin comer, ---le voy a llevar el abasto a la milpa, ¿que te paso?.

----es que el molino estaba lleno mama---

---ya ves mañana te vas temprano, por no quererte levantar te quitan el puesto---

La Chenta ayuda a su mama a echar las chengas, de pronto una piedrita cae en el comal, luego una florcita, las risitas vuelven a escucharse, el pánico  nuevamente se apodera de la Chenta, temblando como zorro en jauría, corre donde su madre a confesarle la verdad. y la Juana adivina.

-- Este jodido no es mas que el Cipitío que te ha volado ojo, como solo de coqueta andas, es el quiá venido a comer ceniza todos estos diyas a la casa, nuay duda de que se prendó de vos, pero hoy lo jodemos para que te deje en paz...

Por consejo de su mama; la Chenta salió con su plato para comer al aire libre, está le aconsejo, cuando te tire piedritas sonreí y hace que te siga, te vas para el escusado y te acurrucas frente a la taza y allí comes, el Cipitio es muy asqueroso, si sos chuca no te va querer y te dejará de joder; la Chenta siguió el plan al pie de la letra; al dar los primeros bocados, las risitas se convirtieron en jerigonza, al volver sus ojos observó un Cipote con el cuerpo untado de tile, con tremenda panza, un ombligo prominente a punto de estallar, sombrero de palma puntiagudo de enormes alas que le ocultaban la cara hasta la  jeta, camisa y pantalón cuto de manta muy gastado, un gajo de guineos en su mano, los caites volteados, ya que sus pies también estaban alrevés; levanto su sombrero hasta la frente y su mirada brillante y traviesa ahora convertida en fulminante se clavo en los ojos de la Chenta, con gesto de asco la lleno de insultos, vomito ceniza, y luego ante sus ojos desapareció.

el cipitio
La Chenta y el Cipitio

                                                        *** 
La Chenta sigue por las mañanas su camino al molino, como siempre los pájaritos disfrutan al verla pasar, una mirada de niño la persigue al entrar al platanar, siempre le llueven florcitas, y resuena un silbido en 3 tiempos; Fui fui uuuu, al escucharlo la cipota se pavonea al caminar, y todos los días la acompaña en su alegre transitar. 

Un cuento de Edgaro Reyes

  DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS Si desea compartirlo en su blog o página puede hacerlo siempre que de el crédito al escritor y al blog cuentosleyendasmitos.blogspot.com 

2 comentarios:

  1. jajaja si que me dio mucha risa este cuento, esta muy bueno, cuantas historias del Cipitio se cuentan en El Salvador... me gusta el blog felicidades.
    Ricardo Rodas Conde

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  2. Hola qui ase mi querida jente

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